IV

La vida, Dios, o el destino quisieron que se cruzaran. Que intercambiaran una mirada para reconocerse al instante. Que buscasen y encontrasen mutuamente ese brillo en sus ojos. En todo su ser.
Que fuesen complemento perfecto. El, sus ganas de vivir, de seguir adelante. Ella, su cable a tierra y musa inspiradora.

El supo que iba a ser la protagonista de todas sus historias. Recorrer juntos el continente entero. Viajar por el mundo a través de las páginas de sus libros, pero con ella. Dejar de lado esta vida solitaria y ermitaña. Tenía ganas de vivir la vida y de compartirla con ella. Aquella extraña con la que acababa de cruzar una mirada. Aquella extraña que le era tan cercana y familiar. Aquella extraña a la que conocía de toda la vida.

Ella supo que esa era la señal que estaba esperando. Que había hecho bien en seguir sus instintos esa mañana. Porque ese hombre con el que acababa de cruzarse había encendido una hoguera en su interior con solo una mirada. Una hoguera que ella estaba dispuesta a mantener viva. Porque ese era un día distinto. Un día que cambiaría, de ahora en mas, todos los días. Un día que valió la pena ser vivido.

III

La biblioteca municipal era su lugar favorito. Pasaba tardes enteras hojeando libros viejos. Recorriendo páginas amarillentas por el paso del tiempo, pero que atesoran reliquias tan ajustadas a la actualidad como el periódico del día.

Las tardes de sol, se acomodaba silencioso tras el viejo vitral de la sala principal, dejando que el calorcito invadiera su cuerpo. Porque el alma le ardía al viajar a Malasia, de la mano de Salgari, o develar los intrigantes misterios de Egipto, con Smith.
Nunca había salido de su país, pero le eran más que suficientes todos esos libros para poder describir con precisión cada detalle de aquellos maravillosos paisajes, sin tenerle envidia al viajero más experimentado.


Los días de lluvia eran para él como estar en el paraíso. Casi no iba gente a la biblioteca y podía disponer de cada rincón a sus anchas. Imaginaba sobre aquellas húmedas paredes, imágenes de sus historias, y las veía tan nítidas, como si las estuviese proyectando alguna máquina. Sólo se diluían aquellas maravillosas imágenes por la interrupción de la bibliotecaria, que al entrar al salón hacía chirriar el viejo piso de madera con el contacto de sus tacos.

Y así transcurría su vida, un día tras otro, monótonos para cualquiera, pero irrepetibles y maravillosos para él. Los domingos se sentía perdido. Vacío. Solo. El gran monstruo que ponía en movimiento su fantasía, su compañero de aventuras se encontraba cerrado. Y no había nada ni nadie, que pudiera suplir era inmensa carencia.

II

Las copas de los árboles, cubiertas de pimpollos y hojas nuevas, perfumaban levemente la calle. Un suave trinar acompañaba el maravilloso espectáculo de aromas y colores. La primavera acababa de comenzar.

Y por este paisaje caminaba ella, con paso tranquilo pero constante. Observando cada detalle a su alrededor. Disfrutando de aquel maravilloso día.
El diariero de la esquina no la saludó como de costumbre. Le sonrió de una manera extraña, seductora se podría decir. Y ella le devolvió la sonrisa.

El trayecto hacia su trabajo no era demasiado largo, sin embargo se le hizo eterno. Redescubriendo cada cosa, cada objeto antes pasado por alto.
Dos niños que jugaban despreocupadamente en una esquina la hicieron salir del mundo en el que estaba sumergida. Y deseó con todo su corazón volver a ser chiquita. Sin más preocupaciones que divertirse, soñar y reír. Jugar, hacer las tareas del colegio, mirar la tele y jugar nuevamente.

Volvió a la realidad al encontrarse cara a cara con la fachada de su trabajo. Era un edificio algo antiguo, pero bastante bien conservado. Paredes blancas recientemente pintadas, ventanas grandes, con un amplio patio interno. Un sitio agradable. Lista para comenzar su día laboral, subió los tres escalones de la entrada y saludó cordialmente a la secretaria.

I

Se despertó esa mañana sintiéndose algo extraña. Tenía la sensación de que algo iba a pasar. Algo nuevo, distinto para su monótona vida.

La luz que se colaba por la ventana de su cuarto le indicó que era iba a ser un día alegre. Un día que valiera la pena de ser vivido. La tibieza de ese rayo de sol le hizo dar escalofríos y tomando coraje, se enfrentó una vez más con su vida.

Se vistió de memoria, como solía hacerlo siempre. Camisa blanca, pantalón azul que cada día le quedaba más holgado, zapatos clásicos y camperita de hilo.
Siguiendo sus instintos, se cepilló su largo y lacio cabello una y otra vez. Si ese iba a ser un día especial, tenía que verse linda.

Se miró al espejo, observando cada detalle. No le desagradó lo que vio. Aunque sus ojos eran algo desproporcionadamente grandes para su cara; eran expresivos. De un verde intenso.
Su nariz era graciosa, “depresiva” como ella solía llamarla. La punta mirando un poco hacia abajo y las aletas laterales estaban colocadas algo más arriba de lo normal; y cuando reía formaban una perfecta V. Pero ya no reía con frecuencia.
La boca completaba esa cara pálida y angulosa que alguna vez fue lozana. Era una boca carnosa, más de una vez besada. Dándose aliento se sonrió y la remarcó con labial.

Ese iba a ser un día distinto. Estaba segura de ello. Y salió hacia su trabajo.

Sueño con vos,
y en el sueño
mis labios se aferran a los tuyos
y se embriagan de opio y alcohol.
Se adormecen, se entregan, fusionan
mientras mis manos
se tornan delicadas
ante la firmeza de tus formas.
Son peines al pasar por tus cabellos
y medida de modista
al rodear tu talle.
Pareces una escultura de Miguel Ángel
y lastiman mis pupilas tus colores de Picasso.
Tu estatura se hace inmensa y tu gloria fantasmal.
Descansa mi boca en tus labios,
descansa mi cuerpo en el tuyo.
Y en la suavidad firme de tus manos
las mías han hallado el descanso.


Este es un poema escrito por mi papá, del cual heredé la pasión por escribir. Me gusta tanto que lo hice mío, y quiero compartirlo con ustedes
Desencadeno mis pasiones
y se esmeran por conquistarte.
Desencadeno mis manos
y vuelan hacia una caricia
Desencadeno mis labios
y rompen el silencio pidiéndote
Desencadeno una mirada
y te busca en la multitud
Y todo...
absolutamente todo
por encadenarme a tu cintura.

Ojalá

Ojalá pudiera decirte que ya no te amo.
Ojalá pudiera decirte que todo ha pasado.
Pero estás acá, en mis manos,
en mi mente, en mi cuarto, en todos lados.
Tenía construido un mundo nuevo,
nuestro propio mundo, ideal, casi perfecto.
Porque tenía amor.
Un amor atemporal, tan real,
que llega sin preguntas ni respuestas,
que no tiene final.
Pero no, no fue así, no lo creo.
Hoy me encuentro con un cielo
que parece aplastarme, asfixiarme.
Tal vez me culpes por seguirte amando,
o me culpes por soñarte en vano.
Desde que te perdí mi meta es encontrarte
y mi alma te llora cada segundo.
Hoy mis esperanzas te sueñan,
te buscan, no te encuentran.
Hoy ya nada me queda.
Te llevaste mi vida, mis sueños, mi corazón.
Te llevaste la llave que Dios me dio
esa llave que no tiene copia
que se da solo una vez
y que sin querer te la quedaste vos.

Nadie supo. Nadie sabe

Nadie supo contestar por tu aroma
sin embargo es igual al que llevo impregnado
en la piel a cada respirar.
Nadie supo contestar hacia donde miras,
sin embargo conozco un par de ojos
que miran futuros tentando los míos.
Nadie supo como son tus manos
sin embargo yo guardo en el alma caricias
que son secretos compartidos:
nunca pudimos evitar la luna.
Nadie supo contestar por tus latidos,
sin embargo con solo apoyar mi oído
tu pecho resguarda mi alma
de ladrones de utopías.
Nadie supo de tu caminar
sin embargo una mañana
crucé unos pasos
y decidimos intentar.
Hoy, seguimos avanzando,
nadie sabe ni por qué, ni dónde, ni cómo
mucho menos de su origen.
Sin embargo se asemeja
a lo que llaman amor.
Les doy la bienvenida a todas aquellas personas, que por un motivo u otro, visiten mi rincón. Ahora que lo pienso bien, rincón no es la palabra correcta. Un rincón implica algo delimitado por dos paredes, pequeño, íntimo. Y mi deseo es que este espacio sea grande, crezca día a día y todos formen parte del él.

Los invito a pasar a mi "gran rincón sin límites".